La manera de designar a las personas con las cuales se mantiene una relación jerárquica en el trabajo ha cambiado desde hace unos 15 años. Durante mucho tiempo, el responsable de departamento llamaba las personas que trabajaban bajo sus órdenes sus “subordonnés”, es decir: que dependían jerárquicamente de una persona de más alto nivel. Desde que se intenta, como los anglosajones, de reducir la distancia jerárquica en el trabajo, “subordonné” se ha convertido en peyorativo y discriminatorio.
El subordinado se ha transformado en collaborateur (es decir: persona que trabaja con otros). Algunos critican esto de políticamente correcto y lo consideran una gran hipocresía. En todo caso, resulta paradójico utilizar una palabra que hasta entonces había estado también muy marcada y peyorativa, y hasta había llegado a ser un insulto. En efecto, un collaborateur (o, mejor, un “collabo”) durante mucho tiempo ha designado el partisano y el artífice de la colaboración con el enemigo durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.
Por el contrario, “chef”, forma popular, es cada vez menos empleado. “Supérieur hiérarchique” o “responsable de service” son preferidos mayoritariamente.
Sin embargo, para la persona que ejerce la misma función que otra o que forma parte de la misma estructura, se usa aún y sistemáticamente la palabra “collègue”. Por cierto, hay que subrayar que “collègue” no supone en modo alguno mantener una relación de amistad, como es el caso en español. Aun cuando, evidentemente, un “collègue” pueda también convertirse en un amigo.
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